No entendía como pudo haber salido todo tan mal. La maldita Dolores, como siempre, lo estropeó. Todos los invitados desearon hablar con ella, conocerla, reírse con sus ocurrencias. Su luz se apagó por completo, y como no podía soportar el esplendor de su hermana, insistió en abandonar la fiesta un poco antes de la una y media ante la sorpresa de los presentes. Menos de Dolores. Le conocía demasiado bien. De camino a casa la tensión era patente y desagradable.
-
-Te han dado para muchos los cincuenta euros…¿o es que
acaso me has robado?- le espetó mirándola con aquellos ojos gélidos llenos de
legañas.
Durante los siguientes días, Gundamaro decidió hacerle tragar toda la hiel posible a su hermana. A ser posible el doble que tuvo que engullir él la noche del 31. La madre observaba la situación en silencio, su hijo era el cabeza de familia , y como tal, siempre tenía razón.
-¡¡¡¡ Basta!!!- gritó Dolores
desencajada cuando Gundamaro la acusó de hacer uso excesivo del agua y el
teléfono- ¡¡cállate ya!! ¡¡Déjame en paz miserable!!
Dolores sintió verdadero miedo.
Hay gente que no puede soportar el triunfo ajeno, gente mezquina que disfruta teniendo a los demás bajo la bota del miedo, Gundamaro es uno de ellos.
ResponderEliminar¡Pobre Dolores! Se atrevió a cambiar el guión previsto, y en lugar de quedarse en un segundo plano, como la sirvienta que su hermano quisiere que fuera, brilló con luz propia. ¡Pobre Dolores! Sola frente al frío rencor de su hermano y ante la indiferencia, cuando no la aquiescencia de su madre.
Deseando saber cómo continúa la historia, pero entiendo que Fellini te está esperando. Bésale en los bigotes de mi parte.
Porqué las "Dolores" del mundo no escapan de una vez del yugo de los "Gundamaros" envidiosos,llenos de rencor?que la ata a estos dos seres,la madre complaciente,y el hermano al que tanto teme...?Un abrazo.
ResponderEliminar