No podía consentir que su hermana le perdiese el miedo. Era su
rehén moral, la marioneta que le divertía, su siniestra obra maestra, tras años
sometida a reproches y oscuridad social. Desde la maldita fiesta de Nochevieja todo
iba de mal en peor, los invitados no paraban de llamar a casa interesándose por
Dolores y no por él. A partir de aquel día estaba siendo ella la que acudía a eventos,
la que llegaba tarde a casa con mil cosas que contar. Todo lo hacía Dolores,
pero sin descuidar ni un ápice sus tareas domésticas y atenciones a la madre.
Con lo cual, Gundamaro, se quedaba con las manos vacías para conseguir que se
sintiese culpable por su nueva vida social. ¿De
qué manera, entonces, podría colocar palitos en las ruedas de Dolores?
Tras mucho reflexionar, hacer listas, leer libros y escudriñar aún más en su
lado oscuro, supo que lo único que, posiblemente funcionase, era la calumnia y la confusión. Dolores era una mujer que creía profundamente
en la buena fe de las personas, si le hacía ver que esta no existía entre sus
nuevos amigos, seguramente se debilitaría y él tendría vía libre para actuar sobre
su mente y emociones. Si.
Definitivamente Gundamaro tenía un plan.
viernes, 30 de enero de 2015
martes, 20 de enero de 2015
LA IRA DE GUNDAMARO
No entendía como pudo haber salido todo tan mal. La maldita Dolores, como siempre, lo estropeó. Todos los invitados desearon hablar con ella, conocerla, reírse con sus ocurrencias. Su luz se apagó por completo, y como no podía soportar el esplendor de su hermana, insistió en abandonar la fiesta un poco antes de la una y media ante la sorpresa de los presentes. Menos de Dolores. Le conocía demasiado bien. De camino a casa la tensión era patente y desagradable.
-
-Te han dado para muchos los cincuenta euros…¿o es que
acaso me has robado?- le espetó mirándola con aquellos ojos gélidos llenos de
legañas.
Durante los siguientes días, Gundamaro decidió hacerle tragar toda la hiel posible a su hermana. A ser posible el doble que tuvo que engullir él la noche del 31. La madre observaba la situación en silencio, su hijo era el cabeza de familia , y como tal, siempre tenía razón.
-¡¡¡¡ Basta!!!- gritó Dolores
desencajada cuando Gundamaro la acusó de hacer uso excesivo del agua y el
teléfono- ¡¡cállate ya!! ¡¡Déjame en paz miserable!!
Dolores sintió verdadero miedo.
jueves, 8 de enero de 2015
“LA NOCHEVIEJA DE GUNDAMARO”
Uno de los clientes habituales de la librería, le había invitado a su fiesta de Nochevieja. Cena y música. Sólo debía acudir con varias botellas de cava, algún dulce y ganas de pasarlo bien. Llegó a casa dispuesto a dar la noticia con la mayor antipatía posible, para evitar que su madre se enfadase con él. La única mujer en el mundo que poseía potestad para hacerle comentarios negativos.
Lo escupió durante la cena.
-
Voy a pasar fin de año en casa de un
cliente- anunció después de engullir el último bocado de su plato.
-
¡Hijo!- exclamó su madre con el
rostro enrojecido de ira.
-
He de hacerlo mamá- respondió antes
de que pudiese añadir nada más- es un cliente muy bueno y no he podido decirle
que no ¡Qué más quisiera yo que estar contigo en una fecha tan señalada!...Pero
el negocio es lo primero, tu único sustento mamá…
Como de costumbre, Gundamaro se victimizó.
Así conseguía ablandar el corazón de su madre y quedar como el héroe
sacrificado de la familia.
Por cierto Dolores- dijo sin mirarla-
pásate a la fiesta después de las uvas con el coche. Voy a beber algo y
necesitaré quién me lleve a casa cuando
decida marcharme.
Dolores dio un respingo en su
asiento. Sintió miedo y emoción a partes iguales.
-
Necesitaré dinero para ir
decentemente arreglada- fue lo primero que pudo decir tras asimilarlo.
Él la miró con frialdad. Sacó de su
bolsillo la cartera y dejó sobre la mesa cincuenta euros.
-
Arréglate con esto- sentenció.
Y desde ese instante no hubo en la
cabeza de Dolores otro nombre que no fuese el de su amiga Nata.
Ambas eran amigas desde la niñez.
Nata era la dueña de un afamado salón de belleza, y siempre le propuso a su
amiga hacerle un cambio de look a un módico precio pero…ni siquiera lo módico
le era posible.
-
Nata… ¿me harías un favor?- preguntó
con voz temblorosa.- ¿M e ayudarías a estar guapa en Nochevieja? A cambio trabajaré
gratis para ti un tiempo en lo que te haga falta…
-
Querida Dolores- respondió- este va a
ser tu regalo de Reyes…
Ahora tenía cincuenta euros para
conseguir ropa y complementos de fiesta.
El día 31, después de comer, Dolores
desapareció, así que Gundamaro se vio obligado a dejarle una nota con las señas
de la fiesta y la hora exacta a la que debía ir. Besó a su madre y se marchó.
A todos les pareció un buen
conversador con olor a jabón de Marsella. En ciertos momentos observaban en él
una cierta soberbia maliciosa, pero el ambiente era tan distendido que se
olvidaba rápido. Gundamaro se movía como pez en el agua, hablaba de todo con
todos brillando como una vela en la oscuridad. Sonriendo, soltando chascarrillos, dando muestras de una
memoria prodigiosa…Era otro hombre cuando traspasaba sus dominios.
A las doce y un minuto de la noche, mientras todos
celebraban la llegada del nuevo año, apareció una hermosa mujer vestida de rojo
en el salón. Bella, poderosa y dulce. Llamando
la atención hasta de los ácaros de la alfombra. Sumiendo a Gundamaro en la ira
y envidia más vil. Dolores sonrió maliciosamente, no pudo empezar el año de
mejor manera…
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